Uno de cada cinco niños no tiene acceso a una educación equitativa y de calidad

en El Día el 28-01-21 08:03

No era necesaria una pandemia para darse cuenta de que la emergencia educativa es una realidad. Incluso antes de la covid-19, unos 262 millones de niños y adolescentes de todo el mundo (uno de cada cinco) no podían ir a la escuela o recibir una educación completa, debido a factores como la pobreza, la discriminación, los conflictos armados, los desplazamientos, el cambio climático o la falta de infraestructuras y docentes, según datos de UNICEF. Más allá de los confines del afamado informe PISA, y en pleno siglo XXI, el 58 % de los menores (unos 617 millones a nivel global) no alcanza las competencias básicas en matemáticas y lectura, lo que en la práctica lastra su pleno desarrollo y su capacidad para contribuir significativamente en el corazón de su comunidad.

La celebración del Día Internacional de la Educación, el pasado 24 de enero, pone de relieve las barreras que continúan existiendo a la hora de garantizar una educación equitativa y de calidad para todos; prioridades recogidas en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. No se trata de un asunto baladí: sin la educación, no será posible romper los ciclos de pobreza, de desigualdad de género y de injusticia social presentes todavía en muchos países, y que además tienen una incidencia especial en las niñas y adolescentes.

La pandemia por covid-19 ha evidenciado la persistencia de una brecha digital que dejó a los alumnos de menores recursos económicos en una precariedad educativa extrema, pero también la necesidad de poner el foco en tres aspectos fundamentales: la obligación de mejorar el uso de la tecnología en las aulas, la importancia de una competencia global que ayude a dar sentido a esta pandemia y su impacto en nuestras vidas, y la necesidad de reevaluar nuestra manera de vivir: cómo nos movemos, comemos, consumimos e incluso la forma de relacionarnos con los demás.

La importancia de la competencia global

Desde 2018, el informe PISA mide, además del rendimiento en Lengua, Matemáticas y Ciencias, las competencias globales, que miden las habilidades para afrontar conflictos de convivencia y cuestiones globales como la pobreza, la guerra, la crisis medioambiental, el hambre o la desigualdad de género, además de competencias transversales tan relevantes como la empatía, la comunicación, la solidaridad, la multiculturalidad o la capacidad crítica. Un índice en el que (al contrario de lo que ocurre con el resto), España destaca muy por encima de la media.

Se trata, además, de un asunto de justicia social: “Si somos 7.000 millones de personas en el mundo, solamente 2.500 tenemos acceso a los servicios básicos, mientras que dos tercios de la humanidad no lo tienen”, afirma Ana Eseverri, directora de la ONG AIPC Pandora, dedicada desde hace 19 años a promover la educación global. “Pero también es necesario que los jóvenes sean conscientes y sepan diferenciar los derechos de los privilegios. Todos tenemos derecho al agua, pero beber agua potable es un privilegio; todos tenemos derechos a transportarnos, pero hacerlo en un vehículo que contamina el planeta es un privilegio; y todos tenemos derecho a la alimentación, pero comer tres veces al día es un privilegio. Que nuestros jóvenes crezcan sabiendo que lo que ellos consideran derechos son privilegios para el resto de la humanidad, genera una conciencia que permitirá que tengamos un mundo mejor”.

Un cambio de perspectiva que, para Eseverri, no podría ser más urgente y necesario. “Si seguimos viviendo aje...