Radmila Jovicevic de Marinkovic, una baluarte de la agroindustria cruceña

en El Día el 11-08-21 05:43

Radmila Jovicevic de Marinkovic, una de las pioneras de la industria aceitera en Bolivia, falleció este martes a la edad de 90 años y deja un profundo vacío en su familia, que lleva adelante un legado que construyó junto a su esposo, Silvio Marinkovic.

La empresaria nacida en Montenegro llegó a Bolivia en 1958 luego de enfrentar los horrores de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente el azote del régimen comunista de Yugoslavia. Su esposo fue un héroe que combatió contra el nazismo y paradójicamente después tuvo que enfrentar la violencia de los socialistas.

Antes de caer enferma gozaba de una extraordinaria lucidez mental. Casi todos los días acudía a su oficina a revisar las cifras de la primera industria aceitera de Bolivia, soñada y fundada por ella y por su esposo Silvio Marinkovic cuando en Santa Cruz todavía transitaban algunos carretones a los que había que buscar para conseguir agua.

Recordaba hasta los detalles más mínimos la anécdota de una travesura infantil que encabezó con sus primos, cuando era muy pequeña, y que la dejó extraviada sola y junto a una piedra de una playa de su añorada y lejana patria Montenegro, en el sureste europeo.

Radmila Jovicevic de Marinkovic llevaba consigo desde hace tiempo los atributos que la convirtieron en una Matriarca, con mayúsculas. Fue la Gran Dama que luchó cada minuto de su vida en Bolivia para construir una empresa próspera que perdure en el tiempo. Nadie mejor que ella tuvo contacto con la propia entraña del negocio, no solo porque manejó siempre sus números, sino porque empezó en persona cargando a mano las botellitas con aceite, en la etapa aún artesanal de lo que es ahora la gigantesca Industrias Oleaginosas S.A. “Voy casi todos los días a mi oficina del Parque Industrial. Siempre hay algo qué hacer. Sé cuánto vendemos, qué compramos, y cómo nos va”, expresó durante una entrevista que concedió a la revista Forbes Bolivia, en mayo de 2019.

La agrónoma golpeada por el comunismo

Su primer golpe  duro en la vida fue el fusilamiento de su padre Dusan Jovicevic, por el régimen comunista de Tito, en la exYugoslavia. Lo recibió a sus 12 años, cuando todavía era una niña. Un día antes de la tragedia, su progenitor había decidido esperar que uno de sus cuñados se recupere de una enfermedad para sumarse a un grupo que los invitó a escapar de la dictadura. La demora obligada le llevó a una muerte violenta. Su padre, que había conseguido un buen patrimonio con la exportación de maíz, perdió la vida a los 42 años y dejó en la orfandad a ella y a sus cinco hermanos: Vjera, Bojanka, Milan, Liljana y Aleksandra. También el régimen los despojó de prácticamente todos sus bienes.

De ahí en adelante, su madre Stanka Scepovic tuvo que tomar la batuta del mantenimiento del hogar. “Mi padre y sus dos hermanos eran agricultores que se dedicaron a exportar maíz. Mi madre era de una familia más aristocrática y después que fusilaron a su esposo fue a pedir trabajo. ¿De qué va a trabajar usted? Le preguntaron. Ella respondió que de todo lo que fuera posible para criar a sus hijos”, dijo en la entrevista, mientras evocaba que desde entonces ella ayudó a una de sus hermanas a tejer mientras estudiaba.

En la universidad no pudo cursar la carrera de Literatura, que fue la que siempre la apasionó. El régimen comunista la obligó a estudiar Agronomía, que, de todos modos, la ayudó en parte a su actividad que desarrolló años después en Bolivia. “Solo podía estudiar becada y el Estado comunista era el que decidía qué debía hacer la gente. Yo vivía en Cetinje, la ciudad más importante de Montenegro, pero me mandaron a Zagreb, porque el Gobierno de Tito quería mezclar a las personas de distintos lugares para integrarlas. Así como se ve ahora a la gente escaparse de Venezuela, así huía de Yugoslavia”, relató.

Mientras asistía la universidad se enamoró de Silvio Marinkovic, otro estudiante de agronomía. El 19 de...