Niños heladeros caminan horas para ganar centavos y continuar sus estudios

en Los Tiempos el 28-02-21 01:53

El cielo está despejado y Saúl, de 12 años, sabe que es una buena señal para vender helados. Son las 9:30, alista su conservadora, un recipiente térmico blanco, un hule y sobre ellos coloca conos, vasitos, chupetes y otras variedades. Hoy lleva sólo lo suficiente porque dice que desde la pandemia las ventas bajaron.

Aun así, se arriesga. Es martes, no tiene clases en la escuela y tiene varios kilómetros por recorrer. 

Viste un buzo, polera, gorra, su barbijo y unas zapatillas, ropa ligera para evitar la fatiga.

Sale de la heladería con el cajón colgado en el hombro y la corneta en la mano, no hay ni una nube a la vista. 

Caminata

Recorre en principio las calles que están cerca del mercado 27 de Mayo de K’asawasa, zona sur de la ciudad.  Dos vecinos le compran al paso. 

Conoce como la palma de su mano el lugar, ya sabe los lugares “clave”, aunque una “buena jornada” es relativa.

Luego de casi una hora de estar en el lugar llamando la atención de los vecinos con el sonido de la corneta no hay muchos clientes. 

En el camino, se encuentra con Roger, de 11 años, quien también vende helados en esporádicas ocasiones, lo hace para ahorrarse y para pagar el internet de sus clases virtuales. Está con un sombrero blanco y ropa ligera.

Deciden ir juntos en esta travesía. Van en dirección a la avenida Petrolera, está a poco más de 2 kilómetros de distancia, media hora caminando, pero eso no es problema para ellos, ya que llevan años haciendo esto.

Usualmente se ambula por separado, pero cuando se trata de compañerismo uno intenta ayudar al otro, porque ambos saben las necesidades.

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