Fósiles de Lucy y Ardi cambiaron historia humana

en El Diario el 15-03-21 05:55

Esta es la historia de dos hallazgos de esqueletos. Es la hazaña de un par de antiguos miembros de la familia humana nacidos en Etiopía y apodados Lucy y Ardi, según expertos.

El primero es un ícono de los inicios de la humanidad, mientras que el segundo es menos conocido, pero no por eso menos importante y quizás hasta más revelador.

Sus historias revelan mucho sobre la evolución humana temprana y cómo la ciencia que estudia nuestro pasado ha avanzado en este último medio siglo.

Lucy y sus parientes

La depresión de Afar en Etiopía es una de las regiones más productivas del mundo en cuanto a fósiles se refiere.

Parte del sistema del Rift de África Oriental consiste en una cuenca sedimentaria formada por la separación de placas continentales.

Gracias a una geología favorable, sus desiertos abrasados por el sol representan un terreno privilegiado para la caza de miembros extintos de la familia humana.

El potencial de esta región salió a la luz en la década de 1970 gracias al trabajo pionero del geólogo Maurice Taieb.

Después de descubrir que el suelo estaba repleto de huesos petrificados, invitó a científicos franceses y estadounidenses a formar un equipo de investigación, que rápidamente se centró en un área rica en fósiles llamada Hadar.

En 1974 el antropólogo Donald Johanson y su asistente Tom Gray encontraron a Lucy, un esqueleto de 3,2 millones de años de antigüedad.

Al reconstruirlo, vieron que las piezas conformaban aproximadamente el 40% del esqueleto (o el 70% después de que los técnicos de laboratorio crearan réplicas de huesos que faltaban en el lado opuesto) de una mujer pequeña con un cerebro del tamaño de un simio, quien medía poco más de un metro de altura.

El equipo de Hadar recolectó cientos de especímenes más de la misma especie que luego se denominaría Australopithecus afarensis. Y completó las partes que le faltaban a Lucy, incluido el cráneo, las manos y los pies.

En la actualidad, esta especie fósil es una de las más conocidas de toda la familia humana, con más de 400 ejemplares que datan hace entre 3 y 3,7 millones de años.

MISTERIO

El descubrimiento del Australopithecus afarensis llevó a la ciencia a avanzar de muchas maneras.

Los humanos nos parecemos a nuestros primos primates en muchos aspectos anatómicos, pero somos extrañamente únicos cuando se trata de nuestra locomoción sobre dos piernas.

Darwin había teorizado que los humanos incorporaron una postura erguida al mismo tiempo en que desarrollaron herramientas de piedra, cerebros grandes y dientes caninos pequeños, pero el Australopithecus afarensis demostró que estos rasgos no evolucionaron como un paquete.

En realidad, la locomoción vertical comenzó mucho antes que los cerebros grandes y las herramientas de piedra.

En segundo lugar, estos descubrimientos movieron los registros de fósiles humanos más hacia el pasado y establecieron al género Australopithecus como un antepasado viable de nuestro género, Homo.

Tras profusos debates, quedan pocas dudas de que la especie de Lucy era bípeda.

El Australopithecus afarensis tenía el dedo gordo recto, no prensil, y los inicios de lo que sería el pie arqueado de los humanos (a pesar de tener proporciones de pie más primitivas que las nuestras).

De hecho, es probable que esta especie sea la responsable de las huellas de aspecto humano encontradas en cenizas volcánicas fosilizadas en Laetoli, Tanzania, y que datan de hace 3,6 millones de años.

Esto no significa necesariamente que la especie de Lucy hubiera abandonado los árboles por completo.

Conservó características que algunos científicos interpretan como evidencias de su capacidad para escalar, lo que incluye dedos curvos de manos y pies, articulaciones móviles en los hombros y antebrazos...